El periodo Dinástico Temprano de las dinastías I y II dio paso al Reino Antiguo de las dinastías III a la VI. No es que los egipcios de aquella época decidiesen ir poniendo estos nombres, ni siquiera hubo grandes novedades en el plano político, sino que los arqueólogos del siglo XIX de nuestra era se fijaron más en cambios arquitectónicos.
Fueron concretamente los enterramientos de los faraones los que marcaron la pauta. En el periodo Dinástico Temprano los reyes como Menes se enterraron en Mastabas de ladrillo que tenían la forma de un tronco de pirámide.
Pero durante la III Dinastía el rey Djoser o Dyeser, o Zoser u otros nombres (2667-6248), se hace enterrar en una pirámide escalonada de 60 metros que diseña el Arquitecto Real Imhotep y los nombres de ambos quedarán grabados para la posteridad en distintos monumentos.
Será en el reinado del faraón Esnefru, al comienzo de la IV dinastía, cuando aparezcan las pirámides como construcción funeraria y a lo largo del Reino Antiguo se construirán las más grandes y emblemáticas, que pronto conoceremos un poco mejor.
*Fuente, Jaromir Malek, “El Reino Antiguo”, en la citada Historia del Antiguo Egipto.
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