Cuando pensamos en el Antiguo Egipto generalmente nos viene a la cabeza una imagen inundada por la luz. El sol, que fue adorado como dios principal, lo llenaba todo, lo veía todo y era fuente de vida: los faraones se consideraban sus hijos y su sabiduría iluminaba a su pueblo.
En las antiguas noches egipcias tampoco faltaba la luz, ni en las casas, ni en las calles, ni en el cielo, pues su situación geográfica y un limpísimo cielo les permitían ver miles de estrellas. Sabemos que las tumbas se iluminaban con sistemas de espejos de plata muy pulida que reflejaban el sol hasta grandes profundidades.
A nosotros ahora sí nos falta Luz porque nos dejó el pasado día 1 de diciembre con casi 71 años. Fue un gran apoyo en los primeros años del Nhorte, le gustaban los campas y fue Galeno (encargada de nuestra salud) en algunos de los nuestros. Era muy fácil quererla debido a la atención que nos prestaba, aunque tampoco se cortaba para reñirnos si veía algo que no hacíamos bien. Sus hijos Bruno y Cimi fueron acampados y Cimi luego fue nhorte y Sur y muchas cosas más.
A nuestra querida Luz le mandamos desde aquí un adiós, un beso y una promesa de recuerdo lleno de cariño y de agradecimiento.
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