APUNTAR PARA NO OLVIDAR

Parece increíble que podamos afirmar hoy, con tanta precisión, que la primera dinastía egipcia trascurrió entre los años 3.050 y 2.890 a.C., o que el rey Djoser gobernase entre el 2.667 y el 2.648 a.C..


Los egipcios contaban el tiempo según pasaban los días y meses del reinado del faraón regente y el computo recomenzaba con cada nuevo rey. En el siglo III a.C. Manetón, sacerdote de Ra en la corte de los Ptolomeos, recoge toda la información a su alcance y escribe una Historia de Egipto donde lleva a cabo la división en dinastías que aún hoy manejamos.


Los egiptólogos recompusieron el texto perdido de Manetón, recogido a trozos por otros autores clásicos, y fueron completando el puzle histórico con la ayuda de anotaciones que los escribas egipcios fueron realizando puntillosa y bellamente en estelas de piedra (como la Piedra de Palermo del 2.400 a.C), diarios, anales y “listas reales” escritos en paredes de templos y pirámides, o sobre frágiles papiros (como el Canon de Turín del siglo XIII a.C.).


Ahora que me doy cuenta de lo inteligente que es apuntar las cosas para no olvidar nada importante o para recordar lo que no debe caer en el olvido, creo que es el momento de incluir una agenda de 2023 en mi carta a los Reyes Magos.


*Fuente, Ian Shaw “Introducción”, en la citada Historia del Antiguo Egipto


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