LA GRAN ESFINGE DE GIZEH


Junto con las pirámides es uno de los monumentos más famosos y colosales que conservamos de Egipto (unos 72 metros de largo por 20 de alto). Su construcción coincide con la de la pirámide de Kefren y adornaría una larga calzada que llevaría hasta el templo y la pirámide del mismo faraón. 


Se realizó aprovechando un montículo existente, de materiales más blandos en la base y más duros en la zona de la cabeza, razón por la que el deterioro de la parte inferior ha sido más pronunciado, a pesar de que durante cientos de años La Esfinge permaneció semienterrada por las arenas del desierto.


Orientada hacia el este, en un principio pudo ser una representación del mismo rey Kefren y no habría sido motivo de culto propio hasta la XVIII dinastía, cuando pasó a representar al dios Horus del Horizonte.


La escultura estuvo coloreada en sus orígenes y son de lo más variadas las historias que corren a propósito de sus pasadizos interiores, de la ausencia de su barba y de su nariz, la cual no existiría ya en tiempos de Napoleón, desmontando la leyenda de que sus soldados la demolieron a cañonazos haciendo pruebas de tiro.


*Fuente, Jaromir Malek, “El Reino Antiguo”, en la citada Historia del Antiguo Egipto.


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