Tras los faraones de la IV dinastía y sus colosales obras comienza un periodo que va de la pérdida de esplendor a la decadencia.
El rey Unas fue el último de la V dinastía y el primero con quien los importantísimos “Textos de la pirámides” aparecen escritos en el interior de la cámara funeraria y resto de su pirámide.
Con su hijo Teti comienza la VI dinastía, en la que también reinaron su hijo Pepi I y el hijo de éste, Pepi II. El faraón Pepi II reinó casi hasta los 100 años después de subir al trono a los 6. Un reinado tan largo generó un importante problema sucesorio, y durante las dinastías VII y VIII se suceden más de 17 reyes efímeros.
La unidad y el centralismo del país se debilitan y distintos “reyezuelos” se hacen fuertes en sus nomos (regiones). Mennefer, Menfis en griego, pierde su sentido de ciudad capital y algunos periodos de malas cosechas acaban de completar un cuadro que nos lleva al final del Reino Antiguo, tras casi mil años, con un Egipto en crisis.
*Fuente, Jaromir Malek, “El Reino Antiguo”, en la citada Historia del Antiguo Egipto.
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