No se cayeron los aviones, no se apagaron los semáforos, no descarrilaron los trenes… El llamado “efecto 2000”, que especulaba con el colapso de los sistemas informáticos finalmente sólo quedó en una fantasía de agorer@s y fals@s profetas de un futuro cada vez más dependiente de las máquinas.
Nhorte, acorde con los tiempos, y para finalizar el ciclo dedicado a “El hombre y las sociedades”, dedicaba el último año del s. XX a lo que el sociólogo canadiense Marshall McLuhan dio en llamar la “aldea global”. Bajo el título genérico de “Universal’2000”, los campamentos Nhorte se servían una vez más del juego y la imaginación para pasearse por un mundo inmerso en una nueva revolución tecnológica que iría haciendo las barreras cada vez menos infranqueables. Internet y la telefonía móvil seguían su proceso de implantación masiva, y nosotr@s, ya desde las tradicionales Jornadas Campamentales a las que se iban incorporando nuev@s Nhortes, lo abordábamos desde nuestro entorno natural, sin dejar de mirar a las estrellas.
El futurismo, la ciencia-ficción, la robótica… adornaron nuestras actividades en una instalación que seguía su proceso de transformación hacia el modelo que perseguíamos. Se remodelaron algunos espacios con algún movimiento de tierras que, de momento, no afectaron al barco varado que aun hoy recuerdan quienes surcaron con él todos los mares de la fantasía.
En Córcega celebrábamos nuestro VIII Encuentro Internacional, y una vez más, viajábamos a la Selva Negra mientras un grupo de jóvenes alemanes demostraba, junto a l@s jóvenes español@s, que en esta “aldea global” son muchas más las cosas que nos unen que las que nos separan.
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