MAQUILLAJE

Si la máscara es un artilugio que nos oculta, el maquillaje es una decoración que nos redibuja y nos transforma.


El maquillaje cotidiano puede servir para realzar bellamente los rasgos de las distintas partes de la cara o para tapar pequeños defectillos no deseados, mientras el carnavalesco puede tanto crear una maravillosa fantasía como una imagen fantasmal con la que jamás saldríamos a la calle en cualquier otra época del año.


Porque el maquillaje de carnaval es en sí mismo disfraz o complemento de un buen disfraz, con el que adquirimos una nueva personalidad a cara descubierta, sin estar detrás de nada, y nos obliga seguramente a actuar más.

Quien se atreve a maquillar, a sí mismo o a otros, es un artista de lo efímero que nunca conseguirá dos trabajos iguales. El buen maquillaje debe además de sorprender creando una ilusión, ser fácilmente borrado, pues quien se ha maquillado sabe lo tedioso y “sucio” que puede ser el lavado de cara una vez que la fiesta ha terminado.

 

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