Parece que todo tuvo que ver con una partida de sardinas que el rey Carlos III había encargado para celebrar el carnaval y que llegó en mal estado a Madrid a causa del calor y el largo viaje desde el Cantábrico, y que terminó enterrada para evitar el terrible hedor en la Casa de Campo. El pueblo hizo del acontecimiento fiesta y luego tradición.
Generalmente se celebra el Miércoles de Ceniza aunque en ciudades como Gijón ya se celebró ayer y por distintos lugares de España, plañideras y dolientes de mentira se engalanan para un sepelio de risa. En Murcia es festejo mayor que tiene lugar pasada la Semana Santa y su quema, en falla, simboliza el final de las prohibiciones de la cuaresma.
En el momento de despedirse de La Sardina no pueden faltar unas últimas palabras en su nombre, que suelen recordarnos la importancia de vivir con alegría, de disfrutar de las pequeñas cosas, de quitarle importancia a lo que no la tiene y de vivir en paz, lo que este año se convertirá en un vivo clamor.
Por cierto, hemos recibido un número aceptable de fotos para nuestro concurso de disfraces, cuyo veredicto publicaremos este viernes junto a todas las imágenes. ¡No os lo perdáis!
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