Si el carnaval ha sido una época de júbilo y festines, la cuaresma que comenzó con el Miércoles de Ceniza lo es de recogimiento y abstinencia, lo que nos recuerda aquel riesgo de que los días de mucho sean vísperas de nada.
Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita, escribió hacia 1330 el “Libro del buen amor”, en el que dedicó un simpático capítulo al enfrentamiento entre Don Carnal y Doña Cuaresma. Se arma el de la carne con peones de perdices y gallinas, ballesteros de jamones y cecinas y escuderos de quesos y vinos tintos.
Doña Cuaresma, defendida por arenques, langostas, pulpos y ostras, aprovecha la pesadez y el sopor del enemigo, que ha celebrado su victoria en un primer combate, para derrotar y encarcelar a su enemigo, a quien pondrá a disposición de Don Ayuno que será su férreo vigilante.
Pero logrará escaparse el bullicioso Don Carnal y volverá a reorganizarse para presentar batalla en un nuevo carnaval: mas primero concedamos su tiempo a la vencedora Cuaresma con algunas jornadas de callada reflexión y un poquito de dieta detox.
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